martes, mayo 15, 2007

Canto a los Kiliwa

Que el olvido no nos mate
Canto a los Kiliwa o Ko'lew


 A los sobrevivientes y a los que ya se fueron
Por Ehecatlcihuatl

A pesar del hambre,
A pesar del frío,
A pesar del desprecio,

Recibido por ser indio
Por no entender
La lengua del invasor
Por rechazar las misiones
Del colonizador
Que te despojó de tu territorio
Y pretendía despojarte del alma
-Pero nunca te dejaste-

Por no comprender
La ambición del oro,
El hambre de poder
La sed de controlar
Por no entender la capacidad de lastimar
Y destruir a otros
Hasta convertirlos en lo inhumano.

A pesar del dolor
de no caber en su mundo.

A pesar de tu perpetuidad negada
Y tu efímero paso por la tierra,
Tus cantos nos hablan de lo bello
Que la vida resultó para ti.

El intenso brillo de las estrellas
nos hablan de lo precioso
Que para ti resultó lo simple

Hijo,
Hermano,
Pero no Padre
Ni Esposo-amante
Abuelo sí, de por sí

Tus cantos hombre-tejón
Hombre-árbol
Hombre-agua
Hombre- camino
Hombre-coyote
Hombre-león
Hombre-tigre
Hombre-jaguar
Hombre-rocas gigantes
Hombre- desierto
Hombre -bosque
Hombre -mar
Hombre-vida

Tus cantos llevaré
en mi corazón de hermana,
-De luna extraña,
De hermana  parida de esta misma tierra-.

Alguna vez
me han dicho que soy dulce, abuelito
como el elote tierno
como el agua del manantial.

A lo mejor no te hubiera importado
Pero si nos hubiéramos conocido
Quizá hubiésemos reconocido
Algún parecido

En la felicidad
al contacto
De los pies descalzos
sobre la brillosa arena de Arroyo León

Como cuando éramos niños
Y perseguíamos conejos
Y volábamos sobre las piedras.
Y hablábamos con los árboles
Y los pájaros.
Y corríamos desnudos detrás del viento
Cuando nuestro único techo era el azul del cielo

Hasta que todo se acabó cuando llegaron
Por nuestros cerros
Por nuestros arroyos
Por nuestros hijos e hijas.

Que el olvido no nos mate abuelito
Que la negación del recuerdo no nos devore,
Que nuestro corazón nos salve
del exterminio de esta linda tierra

Somos simples como las gotas de rocío
resbalando por las ramas de pino ocote

Y por eso no podemos ser como ellos.

Como los devoradores de hombres
Como los depredadores del mundo

Nuestras pieles y nuestro corazón
están contigo abuelito,

Haz sonar el bule
Para darnos fuerza
Desde donde estés
A través del viento
A través del sonido del río
A través del fuego
A través de los seres de la tierra.

La vida no es igual sin tus cantos,
Tu sonrisa limpia y simple
Encendía nuestra vida

No quisiste ver a tus descendientes
Perdidos en el alcohol o las drogas
No querías ver a tus hijos azotados por el capataz
No querías ver a tus hijas burladas por los 'mexicanos'(*)
A quienes quitaste el gusto
de utilizar a tus nietos como burros de carga.

Debió haberte dolido mucho el sufrimiento.

El gran amor a tu linaje no fue suficiente
contra la avaricia del  blanco(*) buscador de oro
Quien al no encontrarlo,
Quiso sacárselo a la gente

Y quien nunca imaginó
que una forma de desaparecer ese oro
Era enterrándote a ti mismo,
Negando tu semilla.

Duele saber que tus cantos
ya no se perpetuarán en tus descendientes.

Todos tus ancestros han muerto
Y de tus hermanos de sangre solo quedan 80.

Sin embargo, el cielo nocturno es el espejo que siempre
Nos recuerda tu existencia.

Aquí seguimos abuelo canto,
De pie peleando contra la extinción de todo

Desenterrando los motivos de la vida
En tu pasado.
La sangre india nos reclama seguir
Luchando
La sangre humana nos anima a
Luchar *
Y defender ese anhelo de volar
Aún sin tener alas.
Porque todos estamos en peligro de extinción.


(*) Aunque el término mexicano es usado por los Kiliwa para referirse
a
la gente no indígena, éste es utilizado en alusión a los mestizos y
blancos
que han tratado de dominar a los indígenas